¿Has intentado ya introducir la meditación en tu vida? Una de los principales obstáculos que nos encontramos a la hora de hacer de la meditación un hábito es la falta de tiempo.
Sí, es verdad, seguro que has oído alguna vez que solo 5 minutos son suficientes. Pero con el ritmo de vida que llevamos, 5 minutos son un mundo y a veces no es tan fácil encontrar el momento, ¿verdad?
¿Y si te dijera que puedes utilizar actividades rutinarias de tu día a día para meditar?
Lo ideal, desde luego, es encontrar un momento para ti en un rincón tranquilo, pero si se te hace muy difícil no tienes por qué renunciar a los beneficios de la meditación!
Últimamente estoy leyendo mucho sobre el tema, y a raíz de las diferentes apps de meditación que voy probando he descubierto algunas meditaciones muy concretas para diferentes actividades del día a día.
He probado varias de ellas, y la verdad es que esto ha supuesto todo un cambio en como percibo las cosas: al enfrascarnos en una rutina lo que hacemos es poner el piloto automático y hacer las cosas sin prestar atención realmente.
Sin embargo, poniendo el foco en las tareas o actividades diarias con estas pequeñas meditaciones podemos volver a recuperar estos momentos que habíamos perdido, redescubriéndolos y haciendo que el día a día vuelva a cobrar interés.
5 meditaciones en lugares que no te esperas
Vamos a ver cinco momentos muy rutinarios por los que solemos pasar de puntillas, sin prestarles la más mínima atención. Verás como con estas sencillas técnicas podemos pararnos a disfrutarlos y dejar de verlos como algo tedioso que hay que hacer porque sí.
La ducha
Este es un momento ideal para practicar la meditación porque es algo que haces todos los días(espero) y generalmente a la misma hora, por lo que ayuda a crear un hábito y ser constantes(que ya sabes lo importante que es a la hora de meditar).
Hay muchas meditaciones diferentes que es pueden hacer aquí, yo te voy a explicar una de mis preferidas:
Cada vez que tomes una ducha, trata de visualizar cómo el agua se lleva el estrés, la ansiedad, los pensamientos negativos, de tu cuerpo. Siente como todo lo negativo que cargas contigo se va por el desagüe arrastrado por el agua, como si te pudiera limpiar por dentro al igual que te limpia por fuera. Concéntrate en la sensación del agua sobre tu piel, en cómo te hace sentir: en la temperatura, el contacto, la presión…
El transporte público
Desde luego, un bus o el metro no son los mejores lugares para meditar porque suele haber demasiados estímulos: gente, ruido, movimiento…pero para días donde no has podido sacar un hueco en otro momento, desde luego es mejor que nada!
Además, el hecho de que haya más estímulos te lo puedes tomar como un reto: cuando seas capaz de hacer meditaciones en un lugar así, sabes que lo estás haciendo bien!
Lo primero de todo, es importante que hagas un reconocimiento general de tus alrededores para comprobar que es seguro practicar. Usa unos cascos para aislarte un poco del ambiente exterior, pero no te pongas música.
De pie, separa los pies a la distancia de los hombros. Si es necesario agárrate a las barras del bus o del metro para no perder el equilibrio. En esta meditación es mejor que mantengas los ojos abiertos, ya que si no es más fácil que te caigas.
Ahora, presta atención a tu cuerpo, en especial a las sensaciones de los pies y las piernas. Vete fijándote en como los músculos de estas zonas se van tensando y relajando automáticamente para ayudarte a mantener el equilibrio según los cambios de velocidad.
Fíjate también en como tu cuerpo se inclina hacia adelante o hacia atrás cuando el tren o autobús frena o acelera.
Utiliza las paradas como si fueran las campanas en la meditación, que te ayudan a volver a centrarte en el exterior, y vuelve a repetir todo el proceso cuando se ponga de nuevo en marcha.
Paseando
Lo ideal sería poder hacer esta meditación en un lugar tranquilo donde sepas que no te van a molestar: en el campo, un parque, algún sendero tranquilo…Sería perfecto que pudiera ser una sitio donde puedas descalzarte para concentrarte más en la sensación de tus pies, pero no es imprescindible.
Empieza centrando la atención precisamente ahí, en los pies. Fíjate en todas las sensaciones, en el relieve de la la superficie que pises, la temperatura, la firmeza del suelo…vete pasando tu peso de un pie a otro.
Ahora empieza a caminar e intenta ser consciente de todos los cambios que el movimiento de las piernas produce en tu cuerpo. Fíjate en como al trasladar tu peso hacia adelante, el talón del pie se empieza a elevar.
Comiendo
Te recomiendo estar en un lugar donde puedas tomarte tu tiempo, preferiblemente sentado/a.
Inhala profundamente antes de empezar a comer para que tu mente comience a aquietarse. Luego mira la comida, intenta pensar de dónde proviene, qué ingredientes la componen, todo el proceso previo antes de llegar a tu plato…
Poco a poco ve desarrollando una actitud de agradecimiento por tener esa comida disponible para ti, para nutrirte y cuidarte.
Ahora ya puedes empezar el proceso de comer como tal, pero intenta apreciar todos los pequeños detalles que pasamos por alto a diario: la temperatura de la comida, la textura, los colores, el aroma y el sabor…
Explora tu comida como si fuese la primera vez que la probases. ¿Cómo está tu mente ahora?¿Te está gustando lo que comes?¿Cómo estás reaccionando a la comida? Cuando acabes de comer haz dos respiraciones profundas como las del inicio antes de irte de la mesa.
Un descanso en el trabajo
Hacer pequeños descansos para meditar mejora la productividad y la satisfacción con el trabajo.
Intenta buscar un lugar alejado de distracciones: un parque cerca del trabajo, la azotea, o un lugar del sitio donde trabajas en el que sabes que no te van a molestar.
Si es imposible encontrar un lugar donde puedas estar en silencio prueba con unos cascos y música para meditar.
Poco a poco ve cambiando la forma en la que respiras, comienza a alargar las inhalaciones y las exhalaciones y si lo necesitas, pon una mano sobre el abdomen para sentir que tu respiración es abdominal.
Dedica al menos cinco minutos a la respiración consciente y verás como esta pequeña rutina cambia tus jornadas laborales.
Te he puesto cinco ejemplos de como cualquier actividad o cualquier lugar pueden utilizarse para hacer un parón y que la mente descanse un poco. Pero no te quedes ahí! Cualquier momento o cualquier experiencia es una ocasión genial para que pongas en práctica tus habilidades meditativas, y estoy segura de que como yo, tú también podrás ver cómo estos pequeños gestos te cambian.
Recuerda que en cualquier momento del día puedes llevar contigo la sensación de tranquilidad que te aporta la meditación con tan solo conectar con tu respiración.
¿Has probado a meditar en alguno de estos momentos?¿Qué meditaciones sueles practicar?
Acabo de encontrar esta página y ha sido como un verdadero chute de energía. Sólo decirte que muchas gracias por este espacio tan inspirador y útil para las personas que queremos disfrutar de todo lo que el yoga nos ofrece. Lo dicho,¡ muchas gracias , aquí tienes una seguidora de tú página! ¡Tanto el diseño como el contenido está genial!
Hola Leyre! Para chute de energía tu comentario, muchísimas gracias!!! Así da gusto ponerse a escribir 🙂
Me encanta que te sirva el blog y que lo estés disfrutando, espero verte más por aquí,
Un besazo!!!